Antes de 2017, tuve el privilegio de estar al lado de mi querida abuela. Tenía 89 años y había luchado contra la presión arterial alta durante 30 años. Todas las semanas, hacíamos el viaje juntos al hospital para que le revisaran la presión arterial.
Un día, decidí sorprenderla con un tensiómetro digital que tomé de muestras. Le mostré cómo usarlo, y sus ojos brillaron con curiosidad y gratitud. Estaba encantada con su conveniencia, dándose cuenta de que ya no tenía que soportar el dolor de las frecuentes visitas al hospital.
Mientras me miraba con ojos llenos de amor, me abrazó fuertemente en sus brazos. En ese abrazo, sentí una abrumadora sensación de felicidad, al darme cuenta de que el simple hecho de mostrarle cómo usar el monitor había marcado una tremenda diferencia en su vida.
En ese momento, entendí el poder de la compasión y cómo incluso los gestos más pequeños pueden tener un profundo impacto en las personas que nos importan. Me di cuenta de que lo que estaba haciendo por mi abuela iba más allá de ayudarla a controlar su presión arterial: era una profunda expresión de amor y apoyo. Así que decidí quedarme en la industria de la atención domiciliaria para apoyar a todos aquellos que lo necesitaran.
--- Del fundador, Alison Zhu